Con los años y las experiencias
vividas, adquirimos ciertas habilidades especiales. Aprendemos a ver justamente
donde hay y algunos a ver donde no hay absolutamente nada.
Como comenté en mi artículo
anterior, tengo, (ya sea por genética o conducta aprendida), un alto nivel de
objetividad y un grado de sinceridad que en la mayoría de los casos, molesta.
Siempre o desde que mis
facultades me permiten recordar, he dicho lo que pienso, razón por la cual,
muchos dice que no muero en mi cama y pues como exclama una de mis frases
favoritas: “En un mundo lleno de hipócritas, los sinceros, somos los malos”.
Debido a esto, yo soy la mala,
soy la que no agregan a los grupos de whatsapp
e invitan a las fiestas por cortesía, soy, la controversial.
Pero lo que los de afuera no
saben es que el 99.99% de las veces, soy simplemente la que dice en voz alta lo
que todos los demás piensan, ejemplos tengo para escribir un libro, per por el
momento vamos a dejarlo ahí, VAMO’ A CALMARNO’.
Por eso siempre voy a preferir mi
burbuja, a veces resulta solitaria y dolorosa, pero de la misma forma, prefiero
la calidad 18 millones de veces por encima de la cantidad, prefiero tener tres
amigos con los que pueda “emburujarme” con sinceridad y no un “ grupo” con los
que compartir medias sonrisas y conversaciones banales entre espumantes.
Siempre voy a elegir ser la “mala
sincera” de sentimientos nobles y no la “It Girl” con el alma podrida y la cabeza
vacía.
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