Todo empezó en marzo 2019, grababa un video
sobre bañadores y cuando veo esas fotos puedo perfectamente ver la tristeza en
mi cara, el desgane, la desesperación.
No disfrutaba el contenido que estaba creando, no
porque no quería hacer fotos en traje de baño o videos divertidos, me encanta,
pero sabía que yo era más que eso, que mis capacidades eran muchas; quería compartir
con otros las cosas que mi curiosidad me llevaba a descubrir, quería enseñar.
Pero las redes estaban llenas de disparates, la
gente solo quería consumir videos divertidos, o hauls chinos o; disparates.
Empecé a no subir nada, a idear mil formas de
hacer contenido que llamara la atención, que generara clicks y likes,
necesitaba trabajar con marcas, yo también merecía crecer, ¿Por qué no lo hacía?
Eso me drenaba.
Borré por completo de mi disco duro mi formación
universitaria, muchas veces me descubrí actuando como si yo no hubiera
estudiado nada, aun a sabiendas de que mi carrera me apasionaba y yo era excelentemente
buena en ella, fui de las mejores de mi clase, mis profesores hablaban de mi
con orgullo, yo sabía que era muy buena, yo amaba todo lo que sabía hacer, pero
alguna parte de mi insistía en no recordarlo.
Y no quería rendirme otra vez, no quería buscar
un trabajo de 8 a 5 para pagar facturas, ya lo hice hace tres años y nunca había
sido tan infeliz; engaveté mi sueño por un trabajo de oficina y me convertí en
una de esas empleadas que va desalmada a trabajar, llegaba a mi casa a llorar,
a preguntarme por qué mi sueño no se podía cumplir si yo trabajaba duro.
Es cierto, había trabajado duro pero no con el
enfoque adecuado, insistía en ser una más y no en explotar todos mis talentos independientemente
de los likes o de si las marcas y agencias publicitarias solo veían números
para contratarte. No fue hasta mayo 2019 cuando decidí voltear las cartas y
para empezar de cero, me corté el cabello.
Sí, ese corte de cabello marcó el inicio del
cambio que venía después de la tormenta de mi crisis existencial, pero en ese
momento aun no lo sabía, aún faltaban cambios, físicos, emocionales y mentales.
En julio una importante cadena de restaurantes
me contacta para una publicidad, yo pensaba que era broma y para asegurarme que
no lo fuera, llamé personalmente al número de la gerente de marca que aparecía al
pie de firma en aquel correo, debía confirmarlo, pues yo no lo creía.
¿Por qué
yo? Le pregunté
Porque nos
gusta tu approach y tu sí comes pizza. Me contestó.
A los pequeños creadores de contenido como yo
no nos llegan muchas contrataciones y mucho menos de grandes empresas como era
esa. Se me llenan los ojos de lágrimas de recordar lo feliz que me sentí, lo
emocionada que estaba de crear publicaciones que demostraran mi capacidad como
creadora. Ese contenido es de las cosas que más he disfrutado hacer y no solo porque
incluyera comer pizza.
Eso me retó a buscar más allá de las poses clásicas
y los videos fingidos, fui yo en cada publicación y me siento muy orgullosa de
lo que creé.
En ese momento todo estaba mal y pocas personas
lo sabían, lloraba constantemente, dormía poco, comía muy mal y para colmo mi computadora
se dañó, ahora no tenía ni cómo editar los videos que tampoco tenía deseos de
grabar.
Un mes después, porque los Dioses estaban
lanzando dados para que yo despertara, me escriben para que le haga una
entrevista a la cantautora Covi Quintana, elegida entre los únicos tres medios
en mi ciudad que la iban a entrevistar. ¡Qué gran honor! Pero yo no tenía cámara
ni computadora, ¿Cómo lo haría? Decir no, no era una opción.
Mi pareja me ayudó en todo lo que pudo, consiguió
un camarógrafo para que grabara la entrevista y yo la iba a editar en mi teléfono
celular, como se pudiera, lo hice, lo logré, la adversidad me demostró de lo
que yo era capaz; era el momento de cambiar.
Y así fue como empecé a leer y estudiar lo que
era una marca personal, cómo desarrollarla y para mi sorpresa, todo lo que leía
era un viaje al pasado, a mis pupitres en la universidad, a escuchar la voz de
todos mis maestros, a escucharme a mi misma en mis exposiciones y gracias a
Dios que todo lo guardo, pues conservaba todos mis ensayos importantes a los
que pude consultar.
Descubrí que era experta en todo eso que
pensaba desconocía, era todo lo mismo, pero con otros términos y yo pensando
que era puro mercadeo.
Yo soy especialista en reclutamiento y selección,
capacitación y desarrollo, entrevistas, cultura y clima organizacional, entre muchas
otras cosas, pero me había enfocado tanto en desenfocarme, que nada lo recordaba
y sin esa crisis que me hizo buscar información, no hubiera recordado todo lo
que ya sabía hacer.
Esa crisis me hizo ver todas mis fortalezas y mis
debilidades, me hizo ver todo el tiempo y talento que estaba desperdiciando,
sin ella no hubiera llegado al relanzamiento de mi blog, no estuviera creando
el contenido que hoy con orgullo les hago, no me hubiera permitido crecer y
hacer las paces conmigo.
Ahora entiendo por qué tantos dicen que detrás
de toda crisis hay grandes oportunidades, la mía fue interna, debía tocar fondo
para impulsarme hacia la superficie, debía perderme para reencontrar el camino,
debía primero ayudarme, para poder ayudar a otros. Desde ese momento siento que
fue el mismísimo Dios que me encaminó.
Te pido que no esperes tocar fondo, busca en ti,
en qué eres verdaderamente buena/o y explótalo, no importa si vende menos o si
te dan pocos likes, pues en menos de lo que piensas puedes dejar de estar aquí.
Hoy gracias a esa crisis existencial que casi
me hace mandarlo todo a la mierda, encontré lo que todo el tiempo estuvo a mi
lado, mi talento.
Eres una guerrera. Pa' lante!
ResponderEliminarQ bueno que pudiste salir a tiempo y de la mejor forma, nosotrxs nos llevamos una buena parte de lo sabes cuando lo compartes ☺
ResponderEliminarLeerte siempre ha sido creer que estás frente a mí diciéndomelo. Necesitaba estas palabras para tomar impulso. LF.
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