A principios de este mes recibí en mi canal de YouTube un comentario negativo, realmente no decía nada que digamos que bruto que insulto, pero por alguna razón, ese comentario me hirió tan profundamente, que pasé todo el día siguiente sin poder parar de llorar y pensando en todos los amigos que podía llamar para que me dijeron algo bonito sobre mí.
Siempre me han dicho que soy odiosa, que mi primera impresión no es la mejor, siempre supe que era muy “gestosa”, pero no fue hasta que empecé a editar mis videos para YouTube que entendí a qué se referían. No tenía idea de que mis gestos eran tan duros, que esas muecas el 90% del tiempo me hacen parecer enojada. Y no les voy a mentir, en momentos me duele ser quien soy, ser esa Elisa, pero lamentablemente es involuntario, puedo estar hablando de maquillaje, de helado y mis gestos son los mismos.
Entre la tristeza del momento y la objetividad que me caracteriza, también analicé cómo los demás pueden creer que saben a cabalidad quién eres, pero no es así, ven un 10% de quienes somos, la realidad va mucho más allá.
Difícilmente me escuchas diciendo cosas BUENAS que definen mi persona, cosas que no se dicen en voz alta por temor a sonar arrogante, cosas que al final son otros que deben descubrir de mí, pero que en momentos de baja emocional, debemos tener muy presentes para ser nosotras mismas que nos demos la palmadita en la espalda y la charla motivacional. Por eso empecé en mi cabeza y en voz alta a decirme cosas buenas; esas que me definen como persona, esas que son parte fundamental de mi esencia y son, quien realmente soy.
Tengo la cara muy dura pero el corazón muy noble, me duele el dolor ajeno tanto o más que el mío propio, no tolero las injusticias de ninguna índole, disfruto regalar ropa y comida a un necesitado más que ponérmela o comerla. Me gusta ayudar a los demás, disfruto enseñar y pasar mis conocimientos a otros. Digo lo que pienso, tanto lo malo, pero sobre todo lo bueno, me gusta admirar a la gente y dejárselo saber. Me gusta abrazar y que me abracen, ver la gente sonreír y que me hagan reír a carcajadas hasta que mi nariz suene.
Disfruto bailar descalza, sentarme en silencio a oír el mar, siempre trato y aunque no siempre pueda, de dar propina hasta al mensajero del colmado, quizás no mucho, pero estoy compartiendo lo poco que tengo y no lo que me sobra. Me destroza el alma saber que alguien tiene hambre y puedo yo quedarme sin comer para que otro lo haga. Y sí, a veces parezco enojada y quizás es una forma de esconder mis tristezas, esas de las que todavía no puedo hablar.
Yo soy muchas cosas que no se pueden ver y debo recordármelas, para que cuando alguien esté juzgando mi libro por su portada, tener cada una de las letras de sus páginas, muy memorizadas.
Y tú, quién realmente eres, cuáles son esas cosas que te definen y que más allá de una primera impresión la gente no ve; piénsalas, para que como a veces me pasa, nunca las olvides.
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