Dicen
que siempre es más fácil ver el sucio en ropa ajena, la paja en ojo ajeno o
algo así y con los años he entendido cuánta verdad hay en esa frase
coloquial. Criticar los demás,
decirles cuánto o qué cosas deben cambiar, es la cosa más sencilla del mundo,
pero aplicarlo para con nosotros mismos o reconocer cuando metemos nosotros la
pata y hasta el cuello, eso hermano, eso no es sencillo.
Hace unos días
mientras sostenía una eufórica y profunda conversación con mi amigo Charli, le
decía que el mal que va a acabar con la humanidad es la falta de respeto por la
individualidad. Algo tan sencillo y económico, pero que nosotros hacemos tan
difícil de lograr.
Es más fácil acusar
al de al lado de “complicado” o “difícil” que simplemente detenernos un momento
a respetar esa forma de ser, porque ahí está el asunto, respetar, no es que le
aceptes y le mires perfecto, es que veas la belleza a pesar de lo que tú consideras
imperfección.
Exigimos respeto a
nuestros gustos, creencias y valores, pero nos cuesta amistades, amores y hasta
familiares, dar sin medida eso que con tanta alevosía pedimos. La individualidad es
hermosa, nos enseña cosas, gustos, culturas, religiones y rituales que no
creíamos conocer, pero de la misma forma, nos enseña hasta eso que no queremos
ser.
Yo tengo amigos de
todas las clases, he tenido parejas con personalidades que distan un planeta de
la otra, no todos los he aceptado, pero si les he respetado.
Tengo una amiga reservada que me cuenta lo
que ella considera prudente o a veces no me cuenta nada y eso no le quita su
calidad de amiga, tengo la que quiere resolver los problemas de todo el que le
rodea, la que no tiene una gota de empatía y sé que a esa no le puedo decir
cuando estoy triste porque no es que no le importe, es que no tiene la
capacidad de entender y eso no la hace menos amiga.
Tengo el sarcástico
que le hablo cada varios meses para que no me saque de mis casillas, el
morboso, el circunspecto, el cerebrito y la que solo piensa en gozar y
beber. Cuando aprendamos a
ver las personas como todo un combo que no podemos sacarle ingredientes, el
mundo será un lugar mucho más lleno de amor, con menos divorcios.
Quizá yo no soy tan
complicada, es solo que no he encontrado quiénes amen y respeten mi
individualidad, como yo he respetado la suya.
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