Yo no fui una de esas niñas que le dijeron “tu
puedes lograrlo”, “que grande serás” o por lo menos mi memoria no puede
recordarlo y mira que yo sí que tengo buena memoria, pero en mi cerebro no está
computado haber escuchado nunca alguna de esas frases; sé que mis padres no
tienen del todo la culpa, la tiene más esta sociedad que te exige ser,
dependiendo de quién seas hijo, médico era mi única opción, era la más
lógica, era la que me aseguraría comida en la mesa y una buena cuenta de banco,
eso lo sé y a veces me pregunto en medio de mis frustraciones si debí olvidarme
de lo que yo realmente quería y ser eso que debía, pues quizás hoy no tuviera
las preocupaciones que me acompañan, frustraciones sí, pero viviría mucho más
tranquila…
…O quizás era más fácil incentivarme a ser lo
que yo quisiera ser, que la carrera de mis sueños si fuera una opción y lo peor
es que yo nunca lo supe, no sabía que eso se estudiaba, la comunicación no era más
que un hobbie. Eso fue lo único que
siempre supe.
Recuerdo que de niña decía que quería que mi
nombre lo conociera mucha gente, escribiendo un libro era la única forma de
conseguirlo o eso entendía y es que estuve tan inmersa toda mi vida en ellos,
los libros, que no fue hasta mis casi 30 que descubrí las redes y los videos en
Youtube, increíble cuando ya llevaba años haciéndose.
Una vez leí y si no fue así en algún momento lo
pensé, que a eso que juegas de niño es donde nacen todos tus sueños y yo no
jugaba a ser médico, yo montaba espectáculos, organizaba concursos de modelaje,
bailaba todo el día en la sala de mi casa al ritmo de Whitney Houston o Selena,
tenía mi propio programa de televisión y me aprendía las coreografías de El
Club de Isha. Y así jugando me convertí en la que siempre hablaba en el acto de
izada de bandera, la principal en todos los actos patrióticos y encargada de
las poesías coreadas, “la muchacha del micrófono”, me decían en mi último año
de colegio, pues era lo que siempre estaba haciendo, pero yo nunca lo supe,
nunca vi que ESE era mi sueño.
Las estadísticas han demostrado que un alto
porcentaje de adultos, no trabaja en lo que sueña, trabaja en lo que paga las
deudas, odia su trabajo y se la pasa añorando lo que pudo ser, yo estuve entre
esos y un día decidí no volver a estarlo, aún sigo luchando por llegar, sigo soñando,
a veces lo pierdo y me desanimo, pero no quiero parar de soñar; quiero si llego
a mi vejez, mirar a este día, recordar el momento en que escribía esto y
decirme a #MiMisma con el corazón rebozado y una sonrisa entre mis labios. “¡Coño
lo logré!”
Y tú, ¿a qué jugabas de niña/o?
COVER PHOTO by Markus Spiske on Unsplash
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