Haces un plan en tu cabeza sobre tu futuro, de hecho el primero lo hiciste cuando tenías menos de 6 años y lo has ido moldeando cada vez que alguien te hace la pregunta que más odio, ¿Dónde te ves en 10 años?

Pero resulta que ese plan, en este instante, no ha resultado. Nada ha salido como lo planeaste y de lo único que tienes ganas, es de mandarlo todo a la mierda.

Y te preguntas, ¿Qué hago ahora? Créeme que te entiendo.


Aunque tiendo a no hacer planes a largo plazo, precisamente por eso de no decepcionarme y auto castigarme, sí me gusta visualizar y prepararme para ciertas cosas; como este blog.

Llevaba más de dos años pensando hacer el cambio, hasta que un día, de impulso y con ganas de mandarlo todo a la mierda, lo hice, inicié el camino hacia la nueva etapa, trabajé durante semanas, gasté el único dinero que tenía en mi cuenta de ahorros, alcé una plegaria desde lo más profundo de mi corazón y le di a publicar.

Tengo muchos años trabajando en mis proyectos en línea, pero les confieso que he ganado muy poco dinero, aun con tanto tiempo creando contenido de calidad, dejando el alma en el teclado, no estaba generando lo que mis talentos merecen; mis fuentes de ingresos principales son mis clases y los errores que cometí en mi primer blog, fueron los que no me dejaban generar, me estancaban, me desanimaban, me quitaban todas las ganas y pensé que lo mío era un trabajo de 8 a 5, con un mínimo sueldo fijo.

Pero entonces me detuve en una noche de esas en las que no puedo dormir y me visualicé, miré a Elisa tan solo dos años futuro, la vi tan triste, tan vacía; la vi sola, pues la frustración de no haber cumplido su sueño la convirtió en alguien que ni ella misma se aguantaba. Vi a la Elisa futura, sin vida.

Y ahí fue cuando entendí que no podía mandarlo todo a la mierda, que aunque esas ganas se asoman, cada vez que llega una factura, cada vez que un post no alcanza la meta de visualizaciones o hasta el momento que en escribo esto, no quería convertirme en esa Elisa, quería cumplir mis sueños, quería por una vez en la vida, elegir mi propio camino. Quería cambiar el cómo me veía en el futuro.

Busqué en mi memoria aquellas clases de visualización que me enseñaron en la escuela de psicología, esas que nunca aplico para mí, abrí los archivos en mi viejo disco duro y encontré el ejercicio de visualización que verás al final de este escrito, lo hice en silencio, con los ojos llenos de lágrimas y mandando yo a la mierda las ganas de abandonarlo todo.

Ese ejercicio de visualización fue liberador, me dio miedo, no te voy a mentir, pero un susto que ocultaba una media sonrisa, que guardaba esperanza, un sustito bueno.

“Me veo feliz, conforme, realizada. En abundancia. Me veo ayudando otras personas.  Tomando café mirando hacia la ventana, el amanecer, huelo el desayuno. Acabo de llegar de un viaje de trabajo, una conferencia en algún país nuevo. Escucho a Fonsi en la cocina diciendo que tiene hambre, contándome todo lo que ya vio en redes y esperando que pasen mis minutos de silencio matutinos para empezar a conversar, mientras en ese silencio, me da un beso en la mejilla.”

Quiero aferrarme a esa imagen de mí, voy a aferrarme a ella. Mi yo futuro me inspirará día a día para no abandonarlo todo; ella me susurrá al oído en los días que pierdo fuerzas y esas ganas debilitantes se asoman.

Sé que no será fácil, te entiendo y piensas que se lee más bonito de lo que se aplica, pero te (nos) juro que no es imposible, ya yo conocí y experimenté el poder de visualizar y trabajar esperanzada en esa imagen. Lo que pasa es que permito que las ganas de mandarlo todo a la mierda se apoderen de mí.

Créeme cuando te digo que nuestra finalidad en la vida está ahí y si hay algo que te dice que un trabajo de 8 a 5 no lo es, no lo es.

Si la persona con la que estás no la ves en ese futuro, no es la indicada.

Si no sientes calma cuando te miras en ese futuro, hay cosas que cambiar.

Busca tu misión, estúdiala, busca las herramientas y sigue los pasos que te llevarán a conseguirlo. 

Cuando te lleguen las ganas de mandarlo todo a la mierda, aunque no te guste, lo primero es pensar que algo necesitas cambiar y en la mayoría de los casos, eso está justo dentro de ti.

Dime si te ves, conmigo en el futuro, asistiendo a una de mis conferencias o quizás, dime si estamos en el mismo escenario.

Ve y realiza el ejercicio, hazlo con sinceridad. Todas las instrucciones te las dejo. Ve a leerlo.